domingo, marzo 26, 2006

26 - PISO, SENTADO, QUIETO, COME, VEN, AQUÍ


Seguro que alguna vez ha ido a la iglesia. Yo tenía que acudir obligatoriamente de pequeño. Allí te levantabas, sentabas y ponías de pie infinidad de veces. Mi familia vivía en un barrio rico. Creo que el porcentaje de pobres era de un cinco por ciento. Era una cifra necesaria porque por aquella época las casas de vecinos tenían portero comunitario, con mujer e hijos, que vivían en los sótanos del edificio o en el ático cuando el edificio carecía de ascensor. Actualmente los porteros realizan su trabajo y después se van a sus casas, situadas en un barrio para pobres. La cuestión es que aunque ahora no es obligatorio, creo que la gente continúa acudiendo a la iglesia. A mi me maravillaba ver que un solo hombre conseguía que decenas de personas inteligentes, instruidas, puede que inmensamente ricas, se pusieran de pie, se sentaran, arrodillaran, cantaran, quedaran quietas largo rato, fueran en fila india hasta el altar y como única recompensa a tanto esfuerzo recibieran un trocito insignificante de pan sin sal, mojado en vino. Si un solo hombre consigue que ocho catedráticos, veinte ingenieros, dos docenas de médicos y no pocos multimillonarios, hagan todo eso, imagine lo fácil que debería resultarle a usted conseguir exactamente lo mismo de un solo perro. Si se ayuda de galletas, tanto mejor. Y no las moje en vino, su perro podría habituarse.

¿Recuerda los gestos del cura, sus movimientos de manos, su voz aterciopelada, suave? Si lo recuerda, le será de gran ayuda. No es necesario que grite a su perro para que este obedezca. Un comportamiento recto, suave y coherente, será mucho mejor y más fácil para usted que el estar constantemente gritando como un energúmeno. Los gestos también van a ser fundamentales. En previsión de una posibles afonía, ataque de tos, gripe o el encontrarnos en un ambiente tan saturado de ruido que nuestro perro podría no oírnos, o por estar a cien metros de nosotros, es conveniente que cada orden sea acompañada de un gesto. El lenguaje será doble: por sonidos y gestos. Ya verá como le será de gran ayuda. Los gestos deberá elegirlos usted. Hágase una chuleta y utilice siempre la misma mímica, la que a usted le resulte más fácil. Por si le sirve de algo, yo le diré cuales son los que yo utilizo. Las voces sonoras no deben tener más de tres sílabas. Algunos prefieren utilizar vocablos extranjeros, son más cortos y establecen un lenguaje “secreto” entre el amo y el perro. El inconveniente es que un buen perro debería poder obedecer a cualquier conocido o familiar de confianza que le dé una orden. Si el lenguaje es “secreto”, olvídese de dejarlo en manos de alguien.


PISO

Segunda orden: piso.

Esta orden es fundamental. Casi equivale al: de rodillas, de nuestros curas. Como su perro no puede ponerse de rodillas, y es, incluso para un humano, una posición incómoda, nosotros seremos magnánimos y dejaremos que se tumbe. ¿Cómo hacerlo? Existen varios métodos. Uno es algo brusco y a mi no me gusta nada. Consiste en colocar al perro al lado de uno, al costado, dejar un poco baja la correa, en uve, apoyar el pie en el cordón, y al dar la orden, pisar hacia abajo hasta conseguir que el perro se tumbe. Yo prefiero engañarle con una galleta. Lo que hago es mostrarle la galleta, cerrar el puño y bajar la mano. Acompaño esto con un gesto, señalo hacia el suelo y digo: piso. El perro quiere la galleta, baja la cabeza para conseguirla, y no tarda en poner la barriga en el suelo tumbándose expectante. Y ya está, he conseguido que se tumbe. Si quiero que permanezca en esta posición, le ordeno: quieto. Es como decirle: espera.

Con el tiempo, la galleta será innecesaria, bastará con dar la orden señalando al suelo para que el animal comprenda que debe tumbarse.

QUIETO

Tercera orden: quieto.


Esta orden también es fundamental. Su perro debe acostumbrase a ella. Confiar en su dueño y permanecer estático, ya sea sentado, o tumbado, hasta que usted decida lo contrario, le será de gran ayuda a la hora de llevar a su perro de paseo y querer tomarse una cerveza en una terraza. En realidad no haría falta reforzar las órdenes de tumbado y sentado con la de quieto, pero si en alguna ocasión quiere que su perro permanezca de pie, parado, o detenerlo, le será de gran ayuda poder contar con ella. Lo mejor es que aproveche la hora de comer. Su perro tiene hambre. Póngale el cazo, ordénele que se tumbe y dígale que se esté quieto. Si intenta desobedecer, retire el cuenco de la comida. Enseguida captará la idea. Tenga paciencia y no dé su brazo a torcer, si debe retirar el cuenco setenta veces siete, retírelo setenta veces siete. Si le parece cansado, déjelo sin comer. La mitad de la humanidad pasa hambre y el perro debe entender que su trabajo es obedecer, que el aprendizaje se hace por su propio bien y seguridad, y que si no hace caso, pues, sintiéndolo mucho, no se ha ganado el plato de comida. Una vez que consiga que su perro permanezca quieto, esperando su orden, alargue su permanencia en esta posición. Empiece con unos segundos, continúe con unos minutos y, si quiere, póngale la comida antes de que usted comience a comer, ordénele: quieto, y, después de los postres, ordénele: come. Debe utilizar la orden de quieto en otros contextos y situaciones. Si las respuestas son positivas, puede recompensarle con una galleta, o con alegres caricias. Si son negativas, inténtelo de nuevo. No le pegue, pero márquelo un poco con un par de gruñidos, hágale ver que no está satisfecho con su comportamiento. Lo normal será que el perro se humille y preste más atención.

SENTADO

Cuarta orden: sentado.

Sentado es una orden también básica. Aproveche que el perro suele sentarse instintivamente para, justo cuando él adopta esta posición, decirle: sentado. Acompañe la orden con un gesto de la mano. Yo la pongo horizontal. Elija el gesto que desee, pero deberá respetarlo para siempre. Una forma muy fácil de conseguir que el animal se siente consiste en hacer ver que se tiene algo para él en la mano; cuando venga hasta nosotros, llegará un momento en que se parará, puede que intente coger la mano, pero al final se sentará, expectante, mirando hacia arriba, ese es el momento en el que nosotros deberemos ordenar: sentado. Resultará fácil sustituir la galleta por una pelota. Cada vez que el animal se equivoque, como ponerse de pie estirado sobre nosotros, diremos: no. Después le diremos: sentado. No cejaremos en nuestro empeño hasta que no consigamos nuestro objetivo. Nunca jamás lo recompense por hacer mal su trabajo. Usted trabaja para vivir; el trabajo de nuestro perro es aprender a comportarse.

COME

Quinta orden: come.


Esta orden parece un poco sádica. Lo que pretendemos es que nuestro perro coma únicamente cuando nosotros deseamos que lo haga. No se alarme, no piense que soy un nazi y que esto ya va demasiado lejos. A la menor ocasión que tenga encontrará a su perro comiendo lo primero que encuentre en la calle, puede que el vómito de algún borracho o el pañal de un bebé. Es difícil, pero debemos intentar evitarnos este tipo de escenas y de paso salvaremos a nuestro querido compañero de morir envenenado o de coger alguna enfermedad por ingerir algo en mal estado, un condón o una compresa. Si le parece que para él va a ser una orden dura de obedecer, intente imaginar lo duro que va a ser para usted, en el mejor de los casos, pagar la factura del veterinario.

El método a seguir consiste en hacerlo estar tumbado, quieto, hasta que usted le ordene: come. La posición de sentado es mala para la espalda del perro, muchas horas al día sentado le podrían crear problemas, no fuerce al perro a estar en esa posición. Para reforzar la orden: come, le ofreceremos comida; pero si intenta cogerla, la retiraremos. El animal debe comprender que por más comida que se le ofrezca, o esté a su alcance, hasta que no se le ordene: come, es como si no existiera.

No adquiera complejo de cabrón, esta orden tiene como propósito salvar la vida del animal. Sea coherente. Nada se consigue sin esfuerzo.

VEN

Sexta orden: ven.


¿Su perro se escapa? ¿La última vez tuvo perseguirlo durante cuatrocientos metros hasta que consiguió echarle el guante? ¿Piensa que su perro es un cabrito que disfruta viéndolo sudar como un cerdo, con la lengua a fuera, sin aliento, mientras él corretea alegre pocos pasos por delante, asegurándose de que usted lo sigue, descompuesto, a punto de sufrir un infarto? ¿Es así? Si es así, no le compadezco, la culpa es suya. Su perro es un perro, se comporta como tal, y aunque es infrecuente, usted debería ir pensando en utilizar algo que tiene sobre los hombros, encima del cuello. Ahora no me diga que está sin estrenar, como en el chiste de la tienda de cerebros del año tres mil, cuando se cotiza mucho más el cerebro sin usar de un presidente de los Estados Unidos que el cerebro usado de un premio Nóbel. Utilice la imaginación y póngase en la piel del perro. ¿Qué hacen los perros? A parte de olerse el culo, ladrar y todo eso, ¿qué hacen? La respuesta correcta es: jugar. Si su perro se da a la fuga, lo que no debe hacer nunca, nunca, nunca jamás, es ir tras él. Si lo hace, el animal pensará que están jugando. ¿Qué usted grita? A poco que se fije verá que los perros se ladran y gruñen mientras juegan. Que cómo debe actuar. En principio no importa que su perro sea cachorro o adulto, la única diferencia es que con el cachorro le será más fácil conseguir que regrese, entre otras cosas, porque no va a sentirse atraído por el celo de ninguna hembra y al ser inmaduro buscará su protección. Ahora vamos a entrenarlo para que cuando digamos: ven, el perro regrese a nuestro lado. No espere a que el perro coja las de Villa Diego para ensayar esta orden.

Puede empezar practicando en un propia casa y después en la calle. Manteniendo a su perro dentro del campo visual, sepárese de él, corra si quiere, siempre en dirección contraria, alejándose, mientras le ordena: ven. Instintivamente el perro creerá que van a jugar e irá hacia usted. Si es preciso, llame su atención con un reclamo: pelota, galleta, palo, etc. Cuando el perro esté a su alcance, felicítelo, juegue con él, dele otra orden: sentado, tumbado, si lo desea: quieto. Repita esta escena en diferentes ocasiones, su perro debe asociar: ven, con su compañía, gratificación y juego. Busque un gesto a propósito para: ven. Yo utilizo el que mismo que usamos los humanos, tipo guardia de tráfico, sólo que mucho menos exagerado.


Vale, ha conseguido que su perro vaya en su busca a la orden de: ven. La ha perfeccionado y ya no hace falta salir corriendo, ni ir en dirección contraria para que el perro acuda. Entonces, el día menos pensado, su perro ve a un precioso cachorro que está a cien metros, y sale disparado. Ordénele: no. Es la forma de cortarle la carrera cuanto antes. Diga ven, si hace falta varias veces, y salga en dirección opuesta. Recuerde, a menos que su perro esté tan cerca que pueda echarle el guante o cortarle el paso, no corra tras él, no conseguiría nada. Si la cosa no da resultado y se queda con tres pares de narices, no se aflija, todos hemos pasado por lo mismo. Si tiene que ir a buscar a su mascota, la llegar hasta ella, abrónquela, grúñale, márquela hasta que se tumbe en el suelo con la panza hacia arriba. Castíguelo atándolo con la correa y ordénele que se tumbe, quieto, mientras los demás perros juegan divertidos. Márchese con él si quiere para casa. La próxima vez se lo pensará mejor, o puede que no, por eso mismo vamos a darle un escarmiento. Busque un lugar en el que su perro pueda ser controlado sin ser visto, el solar de una obra, un descampado, un patio... procure que sea vallado. Lo que vamos a hacer es dejar que el perro reconozca el terreno, que será lo más normal, y a las primeras de cambio lo vamos a dejar solo. Desapareceremos. Lo mejor es que cuente con la ayuda de algunos colaboradores. Usted es el dueño, o dueña, es a usted al que su perro deberá echar en falta. Si consigue asociar esta ausencia a un descuido del can, por ejemplo, desobedeció la orden ven y ahora está perdido, solo en el mundo, mejor que mejor. Si su perro llora, se desespera, ladra y parece que se vaya a morir de pura desesperación, es muy probable que aprenda la lección y a la próxima orden de: ven, acuda hasta nosotros como si la vida le fuera en ello.

AQUÍ

Séptima orden: aquí.

Esta orden se parece mucho a ven. Yo la uso cuando el perro está relativamente cerca, a dos o tres metros, y quiero que venga y permanezca a mi lado. Entonces digo: aquí, a la vez que me palmeo el muslo con la palma de la mano. Para enseñarle esta orden usaremos una galleta. Ese será nuestro reclamo. Podemos ensayar mientras lo llevamos cogido por la correa. Quizás quiera irse a oler una farola. Usaremos esta orden y le enseñaremos el reclamo de la galleta. No se la daremos, claro. Lo acariciaremos dándole a entender que estamos contentos con su actuación. Si hemos repetido esta orden muchas veces, y tenemos más de una galleta, se la daremos. No debe hacer que el perro asocie: me voy de tu lado, dices algo y me das una galleta. La galleta debe ganársela después de haber estado mucho rato a nuestro lado. Si actúa a la ligera, conseguirá el propósito contrario: el perro tendrá tendencia a querer alejarse de usted, para que usted, diga algo y le de una galleta.

Otra forma de conseguir esta orden es tirando de la cadena del perro bruscamente, hacia arriba, sin previo aviso, a la vez que decimos: aquí. No es un sistema muy bueno, porque el perro podría ser masoquista, considerar que nuestra fuerza es poca, o sentirse satisfecho por haber captado nuestra atención. De usted depende elegir entre un método y otro. Lo ideal será que se entrene a fondo sobre esta orden cuando el perro es un cachorro. Así conseguirá que no tire de usted y que permanezca a su lado sin necesidad de utilizar la correa.

Mucha gente siente que al adiestrar a su perro está creando una especie de ser apático y aburrido, incapaz de jugar o de tener iniciativas propias. No se engañe. Al adiestrar a su perro le esta salvando de ser atropellado, ir tirando de usted por la calle, comer porquerías o encontrarse sólo en casa porque usted hace tiempo que decidió que no podía salir con él a sentarse en la terraza de un bar y tomarse un refresco. Un perro entrenado siempre podrá compartir más momentos con sus amos, podrá ser llevado a más sitios con confianza y gozará de una vida social mucho más rica que un perro poco obediente, insociable o problemático. En este sentido, la orden: aquí, por significar sujeción, permanencia a nosotros mientras nos movemos, o esperamos, es de suma importancia. Sea inflexible y recuerde que el trabajo de su perro consiste en obedecerle y ser sociable. Usted se preocupa de adiestrarlo, mantenerlo, mimarlo, cuidarlo y darle vida social. Él debe poner de su parte. No se deje reblandecer o los dos lo lamentarán.

1 Comments:

At 9:38 p. m., Blogger Dani said...

Eyy, muchas gracias!! esta muy bien explicado.

Saludos,

D.

 

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